Comentario a las lecturas del domingo 4 de septiembre:
Lucas 14, 25-33
De camino hacia Jerusalén, Jesús dice que para ser discípulo suyo es necesario amar a Dios más que a los seres queridos, más que a la propia vida y más que a todas las cosas. En esta enseñanza intercala dos parábolas que hablan de la seriedad del discipulado, y termina con una nueva exigencia: la de renunciar a los propios bienes.
Hemos optado por Jesús. Su Buena Noticia es una forma de construir la vida. Seguirle aceptando llevar la cruz del amor y del servicio no es tarea fácil. Necesitamos dejarnos invadir y seducir continuamente por el amor de Jesús. Solo así podremos acoger con alegría y disponibilidad los riesgos y las exigencias que se derivan del seguimiento.
¡Señor, hazme Evangelio y Misión, como lo eres Tú en la Cruz! (Carlo Maria Martini)